lunes, 8 de junio de 2009

blog

La ceremonia fue presenciada, entre otros, por los españoles Alonso de Riquelme, Nicolás de Ribera El Viejo –quien sería el primer burgomaestre de la ciudad– , Domingo de la Presa, Nicanor de Ribera El Mozo, Diego de Agüero, Francisco Vara y Gerónimo de Aliaga. También participaron un fraile franciscano y otro dominico, soldados a caballo, esclavos negros y la morisca Beatriz.

El curaca Taulichusco estuvo en su litera vestido como un príncipe. Sus súbditos observaron la ceremonia con un sentimiento de extrañeza, debido a la presencia de extranjeros montados en animales enormes y desconocidos hasta ese momento: los primeros caballos.

Inicio

Mi nombre es Eleodoro Elera Gonti, tengo 46 años, una bella esposa y 3 hijos que me llenan de orgullo, soy peruano y me siento tremendamente orgulloso de esto, nosotros los peruanos somos herederos de la  milenaria cultura Inca y un pasado colonial que por casi 400 años hizo de Lima la capital del gran Virreynato del Perú que abarcaba muchos paises que ahora son vecinos nuestros.
 
Mi intencion es difundir informacion de nuestra historia con la finalidad de lograr que crezca sobre todo en nuetra juventud el orgullo de ser peruano, para ello tratare de encontrar pasajes ineditos o no muy difundidos de esta, pero no por ello sin importancia, esto es solo un humilde aporte en bien de mi amado Perú.
 
Comenzare indicando que en el más central y extenso valle de la costa del Perú, bajo un cielo apacible y sereno, en las riberas del Rímac, a dos leguas del mar y cerca de un pueblo de indios, Francisco Pizarro, el famoso conquistador del imperio de los Incas, fundó, con doce de sus compañeros, el 18 de Enero de 1535, en nombre de la Santísima Trinidad, la población que no había podido establecer ni en Sangallán (Pisco) ni en Jauja, denominándola "Ciudad de los Reyes"; nombre que, si bien fue dado más por motivos religiosos que en homenaje a los soberanos de Castilla, hoy, contemplado a la distancia de largas centurias, parece como una revelación profética de la grandeza a que había de llegar el futuro virreinato.